El lunfardo

Un giro particular del habla local fue el lunfardo, lengua de origen presuntamente carcelario y marginal.
Según el escritor Pedro Orgambide, su origen tiene que ver con el desarrollo de una lingua franca de los delincuentes, código inicialmente ininteligible para los policías. Así, la palabra botón pasó a aludir al policía, batidor al informante y sardina a la navaja, mientras que registrar las huellas dactilares en la comisaría era ahora tocar el pianito. Idioma mestizo por antonomasia, se formó con aportes del argot francés, del habla de los gitanos, del aporte de inmigrantes genoveses, ingleses, polacos y alemanes.
Su primera documentación escrita se remonta a La otra noche en los corrales, poema anónimo de 1890, que decía:

La otra noche en los corrales
hallé una china muy mona
y ahí nomás, como por broma
me la empecé a lamentar.
Entré a llorarle la carta
Y ahí nomás le formé un cuento
Porque habiendo visto el vento
Pensé en poderla shacar.

El lunfardo fue siempre mirado con desconfianza por las élites culturales, aunque comenzó a tener mayor aceptación especialmente a partir de su difusión en las letras de tango.

Así y todo, ha habido prohibiciones a su difusión pública, como la llevada adelante por el gobierno dictatorial del Gral. Pedro Pablo Ramírez en la década del `40. Incluso se llegó al extremo de traducir canciones enteras, retocándolas de sus contenidos lunfardos, como en el conocido caso del tango Mano a mano; si la letra original de Celedonio Flores decía “rechiflao en mi tristeza hoy te evoco y veo que has sido, en tu pobre vida paria, sólo una buena mujer”, la letra permitida por las autoridades edulcoró el original, obligando a que se cantara de la siguiente manera: “recordando en mi tristeza, hoy te evoco y veo que has sido, en tu existencia azarosa, sólo una buena mujer”.
La dictadura no consideraba adecuada la incorporación de palabras como rechiflao o de expresiones como “pobre vida paria”, aunque esta última no tuviera nada de lunfardo. Pese a la recurrente oposición de los letrados, el lunfardo logró tener sus poetas, sus publicaciones e incluso su Academia Nacional, fundada en el año 1962, con el objetivo de “honrar la memoria de los artistas que se inspiraron preferentemente en los motivos populares”.

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